Con la ilusión de volver a pescar, pero sobre todo de capturar estos monstruos de mar, me aproximé a una tienda de pesca local, no sin antes subir al auto las cañas empolvadas que guardaba dispersas por todo el departamento. En ella me encontré con un vendedor muy amable, “Miguel”, que me explicó rápidamente que era lo nuevo para pescar. Me pidió que saqué mis aparejos de pesca y se sorprendió al ver tanta reliquia junta. En ese momento decidí volver a probar suerte en la pesca y me fui bastante bien equipado con la consigna de poder ir a estas playas donde podría volver a tentar la suerte.

El día de ir a la playa llegó, hicimos un gran recorrido de muchos kilómetros entre varias playas, hasta llegar a una playa de piedras de canto rodado. En ella habitan por temporadas estos peces de gran tamaño, pero sobre todo potencia. Decidimos armar rápidamente nuestros aparejos y empezamos a pescar. Luego de unos minutos Miguel enganchó un gran
Robalo, seguido de otro y otro a lo que le dije: “¿Con qué estás pescando? Te lo compro (entre risas). Bastante fue mi sorpresa al ver que todo lo hacía con una cuchara muy pesada y brillante… Yo que venía del mundo de la metalmecánica vi en ella algo que podría fabricar rápidamente, mejorando un poco la forma, peso y por supuesto brillo al usar el acero
inoxidable.
Así fue cómo, pasé de un día de pesca a unos días en el taller para poder reinventar esta cuchara. Apenas estuvieron terminadas, las llevé rápidamente donde Miguel, para sugerir nuestra siguiente salida de pesca y comentarle de las ganas que tenía de comercializar este producto (previa prueba) en el mercado peruano. Le encantó la idea al ver el producto y emprendí 2 caminos al mismo tiempo, reengancharme con una de mis grandes pasiones y crear la marca CORVINATOR, la que poco a poco ha ido ganándose un lugar en nuestras aguas turbulentas…